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28 abr 2013

A ver si lo dejo II



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EL MEJOR CIGARRILLO

Me gustaba fumar y todo el mundo lo sabía así que cuando lo dejé fue una sorpresa. Lo dejé de un día para otro, y logré dejarlo a pesar de que mi novio fuma. Mis amigos fumadores me preguntan cómo lo hice, y la sorpresa se transforma en envidia cuando les digo que no hice nada para dejarlo, que simplemente lo dejé, un día no quise fumar más.
Fumé durante 10 años. Cada día alrededor de 15 cigarrillos, a veces más, a veces menos, raras veces me fumaba el paquete completo en un día, pero se daba el caso de vez en cuando.
El mejor cigarrillo era el de la madrugada, el que me fumaba antes de dormir. Era un cigarrillo clandestino porque me lo fumaba en mi habitación aunque tenía prohibido fumar en mi casa. El mejor cigarrillo tenía su ritual: abría la ventana, me sentaba sobre el escritorio con una taza de café o de té, ponía algo de música y me lo fumaba con medio brazo por fuera de la ventana.
Habían otros indispensables: el de después de la comida, el que acompaña el café, el cigarrillo industrioso que se fuma mientras se repasan los apuntes antes de un examen, el que queda medio aplastado, olvidado en el fondo de algún bolso que no has usado en un par de semanas y que te salvó la vida cuando se te olvidó comprar.
A lo largo de diez años tienes tiempo para contemplar la idea de dejar de fumar más de una vez. Mi familia me insistía en que debía dejarlo por mi salud. Mi rechazo ante la idea de dejarlo tenía poco que ver con el nivel de dificultad que representara el proceso, que sin duda era alto, y más con el hecho de que me gustaba fumar. Era mi actividad favorita, era difícil para mí imaginarme mi vida sin tabaco.
En una oportunidad me dio mononucleosis, se me complicó con una amigdalofaringitis aguda y pasé dos semanas durmiendo. No miento, la fiebre era altísima, no tenía fuerzas ni para levantarme de la cama y sólo recuerdo vagamente algunos momentos de lucidez en los que mi madre aprovechaba para darme de comer: sopas, papillas, helados. Cuando finalmente me recuperé había “dejado de fumar”. Es decir, no sentía necesidad de hacerlo y el olor del humo me daba asco.
De las semanas que siguieron me sorprendió la libertad que sentí. Podía NO salir a fumar entre una clase y otra. Pero aunque no necesitaba fumar, sí quería hacerlo. Me forcé a volver a tomar el hábito y fue muy fácil, bastó con fumar dos o tres veces para superar el asco y la tos. En un par de días me había vuelto a enganchar.
Fumar es como cualquier otra actividad, no te voy a mentir. Puede ser una adicción y en ese sentido es igual que jugar, beber, comer, o drogarse. Pero ¿acaso no somos adictos de la misma manera a toda una serie de patrones que usamos cada día? Algunos son benignos, otros neutros, y hay algunos tóxicos: la afición a cierto tipo de malas amistades, la dejadez, la procrastinación, el victimismo y hasta la depresión son todos patrones que repetimos de la misma manera en la que alguien se lleva un cigarrillo a la boca. Nos gustan porque son actitudes cómodas que nos han acompañado durante mucho tiempo, y a veces tenemos hasta momentos favoritos para usarlas.
Cualquier cambio que uno quiera hacer en su vida es igual de difícil, ni más ni menos, que dejar de fumar. Y como hace más de un año que he dejado de hacerlo pensé en compartir algunas ideas con vosotros. Si fumas y quieres dejarlo esto te ayudará. Si no fumas pero quieres cambiar algo de ti quizás te interese leerlo, hazlo en abstracto.
No te voy a engañar ni te voy a dar un método fácil, universal e infalible para dejar de fumar porque eso no existe. Te voy a decir la verdad, la que no te dicen los psicólogos ni los hipnotistas. Si quieres dejar de fumar lo que tienes que entender es que quien fuma no lo hace por necesidad, y tampoco lo hace por vicio, no es un hábito difícil de combatir ni está fuera de tu control. La realidad es que el fumador fuma porque le gusta fumar. Le gusta, lo disfruta, y mientras fumar te resulte placenterlo seguirás haciéndolo, da igual cuántos métodos pruebes.
MI AMIGA MARTA
Mi amiga Marta lo probó todo: parches, chicles, hipnosis, libros, fue la pionera del cigarrillo electrónico, y también probó un método conductista que consistía en poner una alarma que le indicaba cuándo debía encender un cigarrillo y espaciar cada vez más el tiempo entre cada alarma. Nada le funcionó y su frustación aumentaba con cada método fallido.
A veces Marta me preguntaba por qué no lo intentaba con ella. Creo que siempre he sido honesta conmigo misma y sé que es absurdo depositar tu confianza en un método cuando el trabajo le corresponde a la voluntad.Para quien quiere dejar de fumar cualquier método es bueno. Para quien no quiere dejarlo cualquier método es una excusa porque cuando “no lo logras” la culpa no es tuya, es del método, tú “estás haciendo todo lo posible”.
Por eso si quieres dejar de fumar y estás siendo sincero contigo mismo elige cualquier método, o no elijas ninguno, da igual, es un tema de voluntad. Si no quieres dejarlo no te engañes a ti mismo: asúmelo. Cuando mi amiga me preguntba por qué no probaba su método nuevo yo le respondía: “me gusta fumar y en este momento deseo seguir haciéndolo. Llegará un día en el que no querré hacerlo más, y así como empecé a fumar, dejaré de hacerlo”. La única manera de dejar de fumar es queriendo dejarlo, siendo honesto con uno mismo.
¿POR QUÉ FUMAS?
El enfoque más sensato para dejar de fumar es querer dejarlo. Querer dejar algo no se aprende con ningún libro, ni con ningún método, pero al ser un proceso interior, sí hay cosas que puedes hacer para inclinar la balanza en esa dirección. Entender por qué fumas es una de ellas.
Si fumas habitualmente probablemente no hay una sola razón por la que lo haces, seguramente es una combinación de varias razones que se enmascaran unas a otras como las capas de una cebolla.
En las capas más superficiales es probable que te guste el sabor del tabaco, que te produzca placer fumar, como te puede dar placer comer un chocolate o beberte algo que te gusta.
Por detrás de esa razón hay otra. Puede ser que te guste fumar porque es un momento que reservas para ti, para no hacer nada más que fumarte ese cigarrillo, como aquel que yo me fumaba en la ventana antes de dormir. Si eres una persona que está rodeada de gente y de responsabilidades todo el día, esos minutos solitarios pueden representar un respiro para ti.
Otras causas superficiales con las que quizás te identifiques: te ayuda a tener las manos ocupadas, a hacer algo mientras esperas, a evitar la comida cuando estás a dieta, a calentarte cuando hace frío, a mantenerte despierto por las noches, a relajarte cuando algo te preocupa, son todas razones prácticas.
Después hay otras razones menos evidentes pero que tienen más peso. Para muchos fumar es también un asunto de imagen, lo han incorporado a su identidad como un símbolo que transmite algo sobre ellos a los demás. En mi caso yo no quería ser la chica buena y saludable de mejillas rosas. No quería parecerme a las profesoras del opus de mi universidad que más que mujeres eran plantas. Fumar era un giro inesperado para alguien como yo, resaltaba esa parte de mi personalidad que se revela. Fumar me alejaba de Rory y me acercaba a Lorelai.
Pero quizás haya alguna razón aún más atrás. No será fácil descubrirla porque son el tipo de cosas que nos ocultamos a nosotros mismos. A mí me tomó mucho tiempo entenderlo, lo entendí después de dejar de fumar y en retrospectiva. Sólo pude dejar de fumar al irme de casa de mis padres porque para mí fumar era una forma de oponerme a ellos, de diferenciarme y de expresar mi individualidad. Separarme de ellos psicológicamente me ayudó a dejar el cigarrillo sin que yo lo supiera.
Todos los problemas que tenemos están unidos entre sí como cables enredados. De manera que resolver uno a veces resuelve otros sin que tengas que esforzarte en resolverlos por separado. Igual que con los cables: cuando desenredas uno muchas veces se desenredan los demás.
AHIMSA: HAZLO CON CALMA
No creo que sea una coincidencia que dejé de fumar en una época en la que practicaba yoga cada día. El yoga te enseña a vivir en el cuerpo, a escucharlo, a no ignorarlo. Cuando practicas yoga cada día y lo haces a conciencia, te pasan cosas extrañas. Puede que un día sientas un antojo increíble de lentejas, tan intenso como cuando te apetece comer un dulce porque dejas de comer con el paladar y empiezas a comer con el cuerpo. Tus sentidos se despiertan y tu interés por el mundo que te rodea se intensifica también.
Practicando yoga aprendí a escuchar mi garganta y mis pulmones, a interpretar sus mensajes, y a sentir compasión por ellos, por mi propio cuerpo, de la misma manera en la que soy capaz de sentir compasión por un animal que sufre. Por eso dejé de fumar y de comer carne casi al mismo tiempo.
En el momento no lo sabía pero eso se llama Ahimsa y es uno de los principios más importantes del yoga: el principio de la no-violencia. La no-violencia hacia los demás, hacia uno mismo, y hacia los animales.
Aunque no leas nada sobre la parte espiritual del yoga, yo no lo hacía, realizar las posturas de forma consciente desarrolla en ti esas cualidades. Cuando haces yoga debes escuchar tu cuerpo para no lesionarte, comunicarte con él y escucharlo en lugar de dirigirlo desde la mente.
Ahimsa significa no fumar, pero también significa no forzar ni dañar tu cuerpo en el proceso, no dejarlo de forma violenta. Significa aceptarte a ti mismo, aceptar tus posibilidades, tus limites, respetar tus procesos y tu integridad interior.
Con esto quiero decir que dejarlo no tiene que ser una decisión radical ni extrema. No tienes que tirar el paquete de cigarrillos por la ventana, ni decidir dejarlo como resolución de año nuevo. Si piensas en dejar de fumar no tiene que ser un corte limpio y preciso. Si dos semanas después de decir dejarlo te fumas uno eso no implica que has echado todo por tierra, o que tienes que empezar desde cero, no es un error garrafal ni interrumpe el proceso. Al revés, eso solo significa que te tomas con naturalidad dejar de fumar, que no te da miedo volver a caer, que asumes tu decisión con paciencia y con respeto, que no estás apurado.
MUNDO BINARIO
Dejar de hacer algo, cambiar el rumbo es un juego interior, no es algo práctico. El resultado práctico es simplemente eso: un resultado. El verdadero trabajo es el paso anterior a ese, el que nadie ve. El cambio real está entre querer fumar y no querer hacerlo, pero como es algo interno pasa desapercibido. La gente que ve a otros dejar de fumar creen que el truco está en las acciones.
Lo mismo aplica con todo: cambiar tu forma de comer, aprender a ahorrar, limpiar tu casa, dejar de beber o de jugar, da igual cuál sea el cambio que quieras lograr en tu vida, todos empiezan desde el interior.
Por eso la gente que emplea su energía en combatir el efecto pocas veces tiene éxito: esa gente que se pone parches, que masca chicles, que usa métodos conductistas, tienen una visión limitada y no entienden el problema. Entienden la situación como un interruptor que te define: ¿Fumas? Eres un fumador. ¿No fumas? No lo eres. Quién se obsesiona con el método entiende el mundo como una relación de elecciones binarias, pero el mundo no es binario, es gradual.
Se podría decir que soy casi vegetariana. Como pescado, pero no como carne, pollo, leche, ni huevos. No los como en líneas generales. Quiero decir, que no compro estas cosas en el supermercado por regla, no forman parte habitual de mi lista de la compra, ni suelo comerlo en mi casa o fuera de ella, lo que no quiere decir que no los como nunca. De vez en cuando si me apetece o hay alguna situación especial puedo comerlos, no soy una fanática.
Pero como escribí un artículo al respecto, no puedo comentar que me estoy comiendo un omelette en twitter, o poner una foto de una taza de chocolate caliente, por decir algo, sin que me lluevan comentarios como estos: “Pensé que no bebías lácteos”, “pensé que eras vegetariana”, o “¿qué haces comiendo huevos?”
Estas críticas son parte del pensamiento binario que ve al mundo en términos de blanco o negro, que confunde el síntoma con la enfermedad, que no entiende ni respeta el espacio interior propio y por tanto tampoco respeta el de los demás. Esta actitud la veo en todas partes: cuando alguien anuncia que está dejando de fumar y enciende un cigarrillo en una fiesta. “¿Qué pasó? ¿te rendiste?”
No es sano ir de un extremo al otro de forma radical, absoluta, y automática. Lo que eso significa es que el cambio no ha nacido desde el interior, que ha sido un cambio en la forma, un cambio en la acción, pero que aquello que la origina se mantiene igual.
Dejé de fumar de forma progresiva, fue un proceso parecido aunque inverso al de empezar a fumar. Cuando empiezas a fumar no te compras tus paquetes desde el principio, por lo general es un proceso lento, quizás te lleve un par de años convertirte en un fumador asiduo. El cambio es un proceso y funciona en ambas direcciones: dejar de fumar no tiene por qué ser un corte tajante y limpio, o eterno.
Me dije que no iba a forzar nada, que si me provocaba fumar no me iba a cortar. Así que al principio aunque no estaba fumando, si me bebía un café me encendía un cigarrillo, o a veces lo hacía tarde por la madrugada porque era mi cigarrillo favorito. Dejar de fumar me tomó un par de meses, pero lo hice sin reglas y con total naturalidad, entendiéndolo como un proceso, escuchando mi cuerpo, practicando el ahimsa, es la mejor forma de hacerlo. No sé si más nunca volveré a fumar, sólo sé que por ahora no quiero y me siento muy bien.
EN RESÚMEN
1) No te engañes a ti mismo, si todavía quieres fumar, hazlo. Déjalo únicamente cuando no desees seguirlo haciendo.
2) Para el que quiere dejar de fumar cualquier método es bueno. Para quien no quiere dejar de hacerlo cualquier método es una excusa.
3) Querer dejarlo no se aprende, se descubre.
4) Pregúntate por qué fumas y responde con honestidad.
5) Escucha tu cuerpo.
6) No fuerces las cosas, los cambios que empiezan desde adentro se manifiestan con naturalidad.
7) El corte no tiene por qué ser limpio ni tajante. Tómate tu tiempo para dejar de fumar.
Estas reglas no solo sirven para dejar de fumar, es un buen punto de partida para encontrar tu rumbo. A mí me ha servido hasta para desarrollar mis proyectos personales: para escribir mi libro y este blog. Si te gusta lo que escribo puedes suscribirte. Te llegarán avisos cuando publique artículos nuevos y también recibirás el newsletter que envío cada cierto tiempo con contenido diferente al de la web. Hasta ahora se han suscrito más de 49 mil personas si lo quieres recibir apúntate aquí: http://eepurl.com/i0tT1

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