Daniela Romero Waldhorn
Cuando
nos comunicamos, no sólo es importante qué decimos, sino el cómo.
Si sabemos usar el cómo, podemos llegar a cambiar las actitudes de las
personas, sus formas de pensar y opiniones respecto a una gran variedad de
temas, como el maltrato hacia los animales, el consumo de carne, y
una gran diversidad de temas.
Sin
embargo, en muchas ocasiones, las personas ni siquiera se comportan de acuerdo
a lo que ellos/as quieren, sino que actúan porque se sienten presionados
por los demás. Ésa es una de las principales trabas para el vegetarianismo:
vivimos en una sociedad carnívora, donde dejar la carne muchas veces supone
cierto aislamiento y/o rechazo social (por ejemplo, las típicas miradas
extrañas por parte de los demás –que ven esta conducta como
incomprensible).
Sobre
los contenidos a plantear en el momento de dirigirnos a
otro en relación a los Derechos de los Animales, se recomienda
partir de la base de la “ignorancia”: el otro no está familiarizado con los
Derechos de los Animales, de modo que es preferible comenzar desde lo básico,
evitando asumir hechos como “obvios y evidentes”. La misma graduación es
necesaria en cuanto al nivel de implicación moral de los contenidos planteados:
resulta chocante hablar de buenas a primeras de veganismo; por eso, es
recomendable comenzar por lo que es más cercano a la cotidianidad del otro y
por lo que implica la menor desarticulación posible de principios y conductas
ya instauradas. Por ejemplo, comenzar a referirnos sobre la mascota (odiosa
pero útil palabra) que tiene en casa.
En
definitiva, no asumas que la audiencia conoce el problema. Así, procura
informar a la gente con hechos: es decir, dándole datos sólidos que sean
irrefutables, y sólo luego, incluir frases que definan qué hacer al respecto.
Por ejemplo: "Las vacas de la industria de la carne son golpeadas,
degolladas, y colgadas de sus patas traseras, boca abajo, cuando aún están
vivas y muchas veces conscientes. Allí, esperan hasta morir desangradas,
mientras las bacterias hacen de las suyas en el cuerpo agonizante y rápidamente
putrefacto.” Si se plantea desde un comienzo “no a la carnicería”, difícilmente
una persona que consume carne –que es nuestro público- escuchará con atención
el relato expuesto a modo de ejemplo. La sugerencia de disminuir el consumo de
carne debe derivarse como consecuencia lógica de un argumento sólido.
Aquí
tenéis algunas técnicas simples a considerar sobre el cómo comunicarnos y
otorgarle mayor solidez, eficacia y eficiencia a nuestros argumentos:
Comparación: “Si
otros lo hacen, tú también deberías hacerlo”: Nuestro
interlocutor puede echar mano a este recurso para defender sus propios
argumentos o en contra de lo que se le proponga: “Si todos comen carne, yo
también lo hago.” Nosotros podemos darle la vuelta a la tortilla,
empleando la misma técnica pero de modo favorable a lo que pretendemos
difundir. Por ejemplo: “si nosotros hemos logrado organizarnos como activistas,
ustedes también pueden hacerlo”. O bien: “Yo he sido una vegetariana sana, ¿por
qué no lo serías tú?”. Utilizar la demostración ayuda mucho a que se produzca
el efecto de imitación. Los ejemplos son motivadores y clarificadores.
Atractivo: a la gente físicamente atractiva se le
presta más atención y consiguen más cosas de manera más fácil. También, se
suele prestar más atención a alguien del sexo opuesto. Si eres mujer, háblale a
los varones. En caso de que se acerque una mujer, procura que un compañero
activista varón se acerque a hablarle a ella. Por lo demás, recuerda que una
sonrisa es secretamente atractiva.
Autoridad: si eres o te presentas como una
autoridad (dominio) en un tema, la gente creerá más fácilmente en tus
argumentos. Por ejemplo, si eres nutricionista, eso te confiere mayor autoridad
para hablar de vegetarianismo (planteado desde la salud). O bien, el ser veterinario/a
puede facilitar que la gente te escuche sobre el maltrato animal. O "como
madre", para referirnos a la preocupación sobre el trato de los niños
hacia los animales. O incluso presentarse a sí mismo "como alguien que
solía comer carne", de modo que se genere cierta empatía con el otro, y un
espacio común que nos permita demostrar que la defensa de los Derechos de los
Animales no es una cosa de locos.
Fuente Creíble: quien pretende
convencer debe tener autoridad moral y estar éticamente legitimado para hacerlo.
Y la argumentación debe basarse en una coherencia lógica. Mientras uno/a esté
más informado/a, mucho mejor, en especial, con argumentos provenientes de
fuentes fiables y reconocidas (“datos provenientes de X investigación de una
universidad, centro de salud”, por ejemplo.)
Compromiso: cuando tomamos una postura debemos
mantenerla, y mostrar convicción sobre lo que estamos hablando. En este
sentido, la postura del cuerpo es fundamental, ya que le entrega al otro un
“mensaje subliminal” sobre nuestro compromiso. Si encurvamos la espalda o
encogemos nuestros hombros, ello se interpreta de manera inconsciente como
debilidad, abatimiento, temor y/o en definitiva, una falta de convicción en los
argumentos esgrimidos. Tampoco es conveniente “sacar pecho”, ya que si ello nos
puede mostrar firmes, ésta es una postura de prepotencia que suele intimidar o
amenazar, a la otra persona, dando una connotación de agresividad
psicológica a nuestros argumentos. Es conveniente mantener una postura recta,
mirada al frente y no agachar tu cabeza.
Reciprocidad: Si entregamos algo y el otro lo
acepta, de alguna forma lo obligamos a dar algo a cambio: su tiempo, su
atención. Por ejemplo, invita a alguien a degustar comida veg(etari)ana.
Entrégale a un niño que camina con un adulto alguna figura llamativa de un
animal, hasta un dulce es apropiado. Probablemente, el adulto te mirará a los
ojos (¡aprovecha de sonreír!) y sentirá que debe escucharte, o al menos que
debe recibir el volante que tienes en tus manos.
Apelar a la emoción: por ejemplo, es
conveniente despertar sentimientos de ternura hacia los animales, asociarlos
con compañía, cariño, fidelidad, inocencia... En este sentido, nuevamente se
sugiere sonreír frente a la otra persona. No sólo porque ello nos hace parecer
más atractivos/as, sino porque de modo implícito se comunica satisfacción,
orgullo y alegría por defender los Derechos de los Animales.
Despertar cierta preocupación: a
veces, el provocar miedo en la gente hace que nuestro mensaje sea más
convincente. Un caso claro es infundir miedo y preocupación sobre los riesgos
de salud que implica el consumo de carne, o preocupación por la zoonosis
que implica la tenencia irresponsable de animales domésticos. Ello es una
técnica apropiada para tratar con personas de la tercera edad, ya que gran
parte de la vida de un adulto mayor se articula en torno al temor a la
enfermedad (que finalmente, es temor a la muerte). No se trata de asustarlos,
sino de intentar que se preocupen de su salud.
Sobre
el miedo, es necesario considerar:
a) Mostrar las consecuencias
temidas (enfermedades cardiacas, ej.);
b) Mostrar la manera de evitar
esas consecuencias (no comiendo carne o disminuyendo su consumo.);
c)
Que la persona a quien va dirigido el mensaje se crea capaz de llevar a cabo
las acciones necesarias para evitar dichas consecuencias. Si una persona no se
siente capaz de escapar de la situación temida (ej: dejar la carne), pueden
reaccionar negándola, evitándola, ignorándola o contradiciéndola. Si tomamos el
ejemplo de la carne, entonces es importante ayudar a la persona a cambiar un
hábito de alimentación, dándole sugerencias, consejos para sus primeros pasos
en el vegetarianismo y/o ofreciéndose para resolver sus dudas al respecto. Por
mi experiencia, reitero que no es recomendable hablar de veganismo, menos de
manera explícita.
Estadísticas y ejemplos:
si el nivel educativo de la persona es alto (un universitario, un profesional,
por ejemplo) las estadísticas son más potentes que el uso de ejemplos, aunque
ambos son muy recomendables. En caso de personas de menor edad y de menor
educación, es preferible el uso de ejemplos, ya que éstos son más gráficos y
por lo tanto más fáciles de comprender.
Datos: que sean incontestables,
“científicamente comprobados” y testimonios de prestigio social. Eso nos da más
seguridad y nos vuelve más creíbles.
Decir algo que el otro no sepa:
por ejemplo, cómo las gallinas son criadas para producir huevos. La mayoría de
la gente desconoce las condiciones de la explotación intensiva de las gallinas
ponedoras y asume que el no-consumo de huevos es porque el/la vegano/a cree que
éstos son fértiles. Ten paciencia en relatar lo que el otro no sabe, aunque –en
secreto- nos parezca decir algo de lo más evidente. A partir de ahí,
aliéntalo/a para que tome medidas, como dejar de comprar huevos.
Repetición: un poco de repetición aumenta la
persuasión, pero demasiada repetición puede ser molesta y distractora. En el
momento, una/o misma/o se va dando cuenta hasta cuándo repetir. Por supuesto,
la idea es que la persona no se enoje, y procura estar atento, ya que
la reiteración puede exasperar a cierto tipo de gente.
Mensajes unilaterales o bilaterales:
en los mensajes unilaterales se presentan sólo las ventajas de lo que estamos
defendiendo, mientras que en los bilaterales se presentan también las
desventajas o la posición contraria a la defendida. Utiliza mensajes
pseudo-bilaterales en caso de que tu interlocutor lo traiga a colación. ¿Cómo?
Primero, escucha los argumentos del otro, sus preguntas y cuestionamientos por
más amenazantes que parezcan. Luego, reconoce la afirmación del otro, pero
parcialmente y como un trampolín para la presentación de tus argumentos (en
definitiva, es abrir una puerta para que nuestro interlocutor nos atienda):
“Sí, de alguna forma podría pensarse eso, pero...” El “pero” o cualquier
término que indique objeción nos da pie para comenzar a argumentar.
Esta
es una forma de abrir una puerta para que nuestro interlocutor nos atienda,
para contra-argumentar su postura sin que se sienta tan amenazado/a, y
exhibiendo argumentos que parezcan más justos, otorgándole más credibilidad a
la fuente. En este sentido, es recomendable revisar la sección de FAQ, para que
estés preparado/a a enfrentarte a cierto tipo de preguntas y reponderlas de
modo impecable.
Procura
utilizar términos afirmativos. Por ejemplo, en vez de decir: "No es verdad
que los vegetarianos son débiles", es recomendable: "Los vegetarianos
son más saludables y más delgados y viven más años que quienes comen
carne".
Preguntas retóricas: sirven
para conseguir la atención de nuestra "víctima". No se trata de
verdaderas preguntas sino más bien de argumentos: "A nadie le gustaría
enfermarse, ¿no es así?". Si estamos algo distraídos y de repente
escuchamos un tono interrogante, nuestra atención aumenta, como bien saben los
profesores que hacen preguntas a sus alumnos constantemente. ¿O no?
Marcos : consiste en ofrecer una perspectiva
determinada de la situación, resaltando ciertos aspectos e ignorando otros, o
planteándola desde un determinado punto de vista para influir en la persona.
Por ejemplo, decir que un alimento está libre de grasa en un 75% o decir que
contiene un 25% de grasa es exactamente lo mismo pero no produce el mismo
efecto en las personas.
La explotación del contagio psíquico: utiliza la
imagen de alguien famoso que represente (un/os) de los ideales que conocemos.
Por supuesto, qué personaje utilizar para el contagio psíquico dependerá del
estilo, gustos y personalidad de nuestro interlocutor. Por ello, es siempre
necesario observar rápida pero atentamente al otro.
Técnicas
de persuasión
Intereses no tan obvios:
hay veces (no siempre) en que es más creíble un comunicador imparcial, sin
intereses vinculados a lo que se está defendiendo. Es decir, hay ocasiones en
las cuales no es conveniente proclamar frases del tipo “somos liberacionistas”,
“sea vegetariano”, ya que eso predispone a la gente, arrastra prejuicios y
puede limitar la esucha del oyente. Por eso, aunque lo que más nos pueda
movilizar sea un trato ético hacia los animales, hay casos en que se
recomienda dejar tal argumento a un segundo plano –sin por ello olvidarlo- y
darle prioridad a asuntos como “la salud” (en el caso del vegetarianismo, por
ejemplo) o algún tema que sea conocido o relevante para la identidad del otro.
Identificarse con el Otro:
observarlo/a, para apelar a sus gustos, conductas y sistemas de valores.
Considero que de todos los pequeños trucos expuestos, éste es clave para el
logro de un cambio auténtico en otra persona. Por ejemplo, lo más frecuente es
que la ética no sea muy potente para convencer a la gente sobre el dejar la
carne. Sin embargo, tiempo atrás conocí a gente del Movimiento Humanista, que
me hablaban de la “no-violencia” y demases. En ese caso, lo mejor es la ética,
ya que la moral es algo que ellos sienten que los define como personas (¡y uno
de ellos ahora es vegetariano!). Es importante ser observador/a y
apoyarse en actitudes preexistentes de la persona, ya que sólo así, nuestros
argumentos pueden cobrar sentido para el otro.
Lenguaje Inclusivo: el uso del
“nosotros” ayuda a generar un clima de empatía, de comprensión, de apertura, y
finalmente, permite que la gente se identifique con –valga la redundancia-
nosotros (el interlocutor pro Derechos de los Animales).
Por
ejemplo: "Comer carne es malo para tu/su
salud". En ese caso, es recomendable: "Sabemos que comer carne es malo para nuestra salud".
Producir/señalar Inconsistencia:
el mensaje es más convincente cuando le indicamos a la otra persona que
está siendo incoherente entre lo que hace-dice-piensa-siente. El señalar una
inconsistencia hará al otro consciente de ella. Las contradicciones son
molestas, y es probable que el darse cuenta de ello perturbe y sea un pequeño
paso que motive un cambio mayor.
Es
mejor dejar de lado rencores personales y sobrenombres, porque eso nos
muestra menos serios, menos creíbles, y aún más ignorantes e irracionales que
aquellos que contra-argumentan nuestra postura.
Evitar el lenguaje piadoso y exagerado:
muchas veces, la gente presta menos atención si una/a suena fanática/o, como
dando un sermón o histérico/a.
Ejemplo:
"Sólo un cruel insensible
podría continuar comiendo animales cuando cualquier tonto sabe que las vidas de estos animales
terminan en gritos de agonía para la satisfacción de gente que no se molesta en tomar una postura moral".
Es
preferible: "La mayoría de la gente compasiva
dejaría de comer carne si viera la miserable vida que llevan los
animales".
Utilizar sugerencias positivas:
muchas indicaciones negativas y términos restrictivos y de prohibición (“no
haga aquello”) dejan la sensación de que se nos está coartando la posibilidad
de actuar y elegir. A nivel inconsciente, genera miedo y suspicacia de amenaza.
Por eso, es recomendable proponer nuevas acciones, más que la mera prohibición.
Por ejemplo, no basta con sugerir el no-consumo de leche (con sus respectivos fundamentos),
sino que es necesario sugerir una alternativa asequible: leche de soya, leche
de almedras, leche de coco. O bien, afirmar: "Vayamos [lenguaje inclusivo] a los circos en los
que no hay animales", en vez de la simple frase “no vaya al circo.”
Personalizar lo que se dice con anécdotas (y
si tiene a mano, imágenes): por ejemplo, relatando experiencias personales o de
algún cercano relativas al tema en cuestión.
Por
ejemplo: "La estricnina es un veneno que se utiliza para matar
perros. Provoca convulsiones intensas, prolongadas y dolorosas, conduciendo a
la muerte. Por eso, se ha prohibido en 264 países". Entonces, es
preferible: "¿Ha visto alguna vez morir a un perro por una dosis de
estricnina? Yo sí, y por eso sé que que esta sustancia no tiene un efecto
inmediato, sino que causa la muerte del animal por convulsiones cada vez más
intensas, prolongadas y dolorosas. El perro se pone muy inquieto, no halla
reposo en posición alguna, hasta que los espasmos lo llevan a la muerte.
Justamente, por su crueldad, es por lo que este veneno ya está erradicado de
264 países.”
Evitar un lenguaje especista:
aunque se está hablando con gente que no le interese nada de los animales, no
hay que referirse a un animal como si fuera un objeto; usa "ella" o
"él".
Otros Aspectos de nuestra Personalidad a tener en
cuenta: hay ciertas características que nos vuelven más
convincentes:
·
La presencia física: el efecto de la primera impresión.
·
La seguridad en uno mismo: quienes se muestran firmes en sus convicciones y
en su estilo de vida tienen más posibilidades de ser persuasivos.
·
La autoestima: tener un buen concepto de uno mismo ayuda a resultar más
cercano y convincente.
·
La comunicación no verbal: gestos, posturas y miradas. Atender a la postura
de las piernas, espalda, hombros y cabeza.
·
Ser capaz de escuchar y comprender al otro: saber captar la
situación de la otra persona. Es importante crear un clima de confianza para
que el otro manifieste sus dudas, inquietudes y dificultades con la mayor
comodidad posible.
·
Si se pretende lograr un cambio de opinión, es necesario dejarle claro al
otro que es él/ella quien elige.
¿Por qué es tan difícil persuadir a la gente?
Desde
un comienzo, tenemos que tener en mente que el cambio es bastante difícil de
conseguir, en especial cuando se aspira a producir transformaciones
profundas de un modo de pensar. A la gente le da miedo el cambio, éste genera
la sensación de que atenta contra la identidad propia (que pone en peligro el
“quién soy yo”). Por eso, es requisito tener en cuenta lo siguiente:
·
Trabajar dentro del rango de aceptación. Para ello, es necesario buscar una
tierra común donde llegar a un acuerdo. Por lo tanto, es sumamente importante
observar a la otra persona y considerar aspectos tales como su edad, clase
social, nivel educativo y cultural, y a partir de ahí, suponer sus principales
preocupaciones. Por ejemplo, escolares adolescentes de clase social alta suelen
estar preocupadas de su apariencia y estado físico. En este caso, lo más
pertinente es destacar la disminución del consumo de grasas, colesterol,
químicos y otros que implica una dieta vegetariana.
·
Tener paciencia.
·
Vigilar la implicación personal. A veces, el estar muy involucrados en la
defensa de los Derechos de los Animales dificulta la escucha paciente hacia
puntos de vista distintos. Lo mismo es válido para quienes ni siquiera están
acostumbrados a oir hablar sobre el bienestar animal o que los animales tienen
derechos.
*
Un obstáculo importante: si nuestro interlocutor se muestra cansado/a,
irritable, apurado/a o triste, es mejor dejarlo para otra ocasión. La
resistencia será aún mayor si comenzamos con la antipatía o el rechazo previo
de la otra persona.