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7 sept 2012

Y ASÍ, HABLA EL NORTE DE CASTILLA DE DIANVA.

http://www.elnortedecastilla.es/20120906/local/valladolid/morante-puso-sordina-ruido-201209062336.html


FERIA DE VALLADOLID

Morante puso sordina al ruido antitaurino

Manzanares y Padilla, con buenos toros, se repartieron sendas orejas, pero el artista sevillano cuajó los momentos de más calidad 

06.09.12 - 23:36 - 
Morante puso sordina al ruido antitaurino
Juan José Padilla cortó una oreja por una faena rematada con efectismos y alardes de valor. / R. Gómez
Desde hace unos años, a las distintas delegaciones de gobierno les ha dado por autorizar manifestaciones antitaurinas en las mismas puertas de las plazas de toros. Respetando el sagrado derecho a la libertad de expresión, no se entiende tanto que en estos casos no se respete también el derecho de los aficionados a acudir, sin ser insultados y molestados tras una barrera policial, a un espectáculo legal.
Pero estas agresiones verbales de los antitaurinos se repiten, al menos un día, en todas las ferias de España, incluida la de Valladolid, donde este año ya van dos tardes así: un grupo de personas, nunca más de cuarenta o cincuenta, pertrechadas con las mismas pancartas y los mismos megáfonos, se dedica durante la hora previa a la corrida y la lidia de los dos o tres primeros toros a increpar con sus cansinos lemas a los miles de ciudadanos que intentan disfrutar de aquello por lo que han pagado, y mucho, en la taquilla anexa.
El ruido que generan es tanto -y se que con esto les doy una alegría- que en algún momento llega a desconcentrar a toreros y espectadores dentro de l la plaza. Hasta que alguien es capaz de provocar olés de suficiente volumen como para poner sordina a los voncingleros.
Eso es lo que pasó ayer durante la lidia del segundo toro, cuando un artista como Morante de la Puebla se sobrepuso y consiguió que varios miles de gargantas corearan a compás la emocióndel buen toreo, imponiendo sus decibelios a los de la desafinada letanía extramuros de un puñado de desgañitados.
No fue una faena completa, apenas tres series de muletazos con la mano derecha a un toro poco definido de salida pero que le regaló al sevillano unas cuantas arrancadas nobles antes de desfondarse definitivamente. No le hizo falta más a Morante para soltar sus muñecas, para acompasar su cuerpo a la lenta embestida con una armónica economía de movimientos, dejando que el nervio de su muleta hiciera el resto: engolosinar al animal y centrartodas las miradas en ese vértice donde coincide el pulso lento del hombre con el brío del animal sometido al temple. Vibró la plaza de Valladolid y el clamor del toreo grande, con la difícil facilidad de los elegidos, se remontó como una ola gigante al griterío de la dictadura animalista.
Cantidad y calidad
Ahí lo dejó todo el genio de la Puebla. Se desfondó al momento el toro y, precavido de nuevo ante esa indefinición previa, lo pinchó varias veces de mala manera. Y mucho menos volvió a repetirlo con el quinto, un torillo estrecho y rabiosete con el que el artista decidió que no merecía la pena perder el tiempo. Esta vez los decibelios fueron los de la pitada. Bendita dualidad de los toreros de sentimiento.
La corrida de El Pilar tuvo tres toros de alta nota. Uno de ellos, sobresaliente: el tercero, 'Buscaoro' de nombre, hondo y largo, engatillado de pitones y con una bravura de calidad extra. Descolgando su largo cuello mostró el animal la profundidad y el ritmo de sus embestidas ya en el templado capote de José María Manzanares y en un soberbio tercio de banderillas protagonizado por Juan José Trujillo. Se preveía, casi se mascaba, la faena grande que prometía el de El Pilar, pero lo que le hizo el alicantino con la muleta se quedó en un escalón inferior a lo esperado. Aunque vistoso, limpio y reposado, envuelto siempre en la reconocida y personal estética manzanarista, el trasteo tuvo menos intensidad, tanto en cantidad como en calidad, de la que pedía la brava ambición del animalpor seguir la tela. Y así fue como el que va ser probablemente el toro de la feria se fue sin que le hicieran un trasteo tan indiscutible en los distintos jurados. Por mucho que Manzanares lo derara sin remate con la espada.
Sí que mató a la primera al que cerró plaza, otro buen toro de El Pilar, con algo menos de celo que su hermano de camada, antre el que volvieron a repetirse los mismos estigmas del alicantino: largas pausas y cortas series de bellos, suaves pero escasos muletazos.
Juan José Padilla se llevó otra oreja entre el cariño del público. Recibido con una gran ovación antes de que saliera el primer toro, el jerezano también recogió en Valladolid la admiración de la gente a su heroica vuelta a los ruedos tras la dantesca cornada sufrida hace un año.

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